El reciente apagón nacional en España, que dejó sin suministro eléctrico a millones de personas durante varias horas, ha sacado a la luz una debilidad crítica del sistema energético: su escasa capacidad de respuesta ante desequilibrios imprevistos entre la oferta y la demanda. En un país que presume de ser referente en energías renovables, la falta de respaldo flexible y gestionable ha demostrado que no basta con producir energía limpia, sino que es imprescindible contar con tecnologías que garanticen estabilidad en la red.
España ha apostado con fuerza por la energía fotovoltaica y la eólica, logrando un incremento notable en la producción renovable durante la última década. No obstante, ambas fuentes comparten una característica que se convierte en una debilidad estructural: la intermitencia. La producción depende del recurso natural disponible en cada momento —sol o viento—, lo que dificulta su integración continua y segura en la red, especialmente en horas punta o durante condiciones meteorológicas adversas.
Aquí es donde entra en juego la energía termosolar, una tecnología que España lideró a nivel mundial en sus inicios, pero que desde 2014 ha sufrido un preocupante estancamiento. Mientras tanto, China ha tomado el relevo, apostando decididamente por esta tecnología gracias a su capacidad de almacenamiento térmico, su gestionabilidad y su potencial para aportar firmeza al sistema, lo que le permite cubrir la demanda nocturna y estabilizar la red eléctrica.
A diferencia de la fotovoltaica, que produce electricidad directamente de la luz solar, la termosolar utiliza el calor del sol para generar electricidad de forma más controlada. Su principal ventaja reside en la capacidad de almacenar ese calor y liberarlo horas después, permitiendo cubrir picos de demanda cuando el sol ya no brilla. Además, su funcionamiento con turbinas aporta inercia a la red, una característica crucial para mantener la estabilidad de frecuencia, algo que las tecnologías renovables convencionales no pueden ofrecer.
Ante la fragilidad demostrada del sistema eléctrico actual, urge reequilibrar el modelo energético español. La termosolar debe dejar de ser una tecnología “complementaria” y pasar a ocupar un rol estratégico, tanto por su aportación a la estabilidad de la red como por su capacidad de ofrecer energía limpia, firme y despachable. Este es el camino adoptado en China.
En este sentido, Exera Energía, como empresa líder en operación y mantenimiento de plantas termosolares en España y mercados internacionales, con una sólida trayectoria y un equipo técnico altamente especializado, ofrece soluciones integrales de O&M que aseguran la máxima eficiencia, disponibilidad y vida útil de las instalaciones. Su enfoque se basa en la innovación tecnológica, el mantenimiento predictivo y la optimización continua de procesos, posicionándola como socio estratégico para promotores e inversores que apuestan por la termosolar como pilar de un sistema energético más resiliente.
El apagón nacional español debe servir como punto de inflexión. Es momento de mirar más allá del cortoplacismo económico y volver a apostar por tecnologías como la termosolar, que combinan sostenibilidad, seguridad energética y fiabilidad operativa. Con empresas como Exera liderando el sector, tanto España como China tienen todo lo necesario para construir un futuro energético más robusto y sostenible.